TRASLACIÓN DE SANTO DOMINGO DE GUZMÁN

La Orden de Predicadores celebra el 24 de Mayo la Fiesta de la Traslación de Santo Domingo de Guzmán, es por ello que nuestra Hermandad dedicará la Misa de Hermandad del próximo sábado 25 de mayo a nuestro Santo Titular, una vez concluida la Solemne Sabatina a la Stma. Virgen del Rosario, que tendrá lugar a las 20.30 h.


Esta fiesta conmemora al cambio de sepulcro de donde fue primitivamente sepultado, a las afueras de Bolonia, hasta un nuevo féretro en la Iglesia de San Nicolás, dentro de la misma ciudad. Santo Domingo fue enterrado primero en un lugar al aire libre, no lejos de donde había muerto. Con la creciente fama de santidad, doce años después de su muerte, los frailes quisieron hacer un mausoleo más acorde a su memoria y así honrarle. Se preparó una ceremonia para abrir el sepulcro, temiendo los frailes que el espectáculo de un cuerpo descompuesto dejaría pésima impresión en la numerosa multitud. Recordemos que estamos en plena Edad Media y asuntos tan externos como este podían tener un efecto notable en la fama de un santo.

El 24 de mayo de 1233, lunes de Pentecostés, se abrió el sepulcro doce años después de la muerte de Santo Domingo. Cuenta la tradición piadosa, que en vez del olor de la descomposición del cadáver, del antiguo sepulcro subió un maravilloso olor, un perfume nunca olido, una fragancia nunca antes conocida.

Más allá de leyenda o tradición, de milagro o signo de santidad, tal aroma maravilloso se ha entendido y creído comprender dentro de la Orden como un símbolo de algo más. Dos ideas hay en torno a aquel perfume que impregnaba y se extendía entre todos los que presenciaron el traslado, que lejos de ser contradictorias, creo que dan un sentido profundo no ya sólo a aquel olor, sino a la misma identidad de Santo Domingo y de su Orden.

Primero que ese olor no era sino el olor del Evangelio, el de Cristo, que había sido el centro de la vida y misión de Domingo, varón evangélico, hombre conformado por la Buena Nueva, fraile que fué evangelio viviente para quienes con él se cruzaron. Un olor de santidad que no era sino el perfume de una vida vivida por y para la predicación de Jesucristo. Y de ahí nace realmente la segunda idea sobre ésto, y es que ese perfume que impregnó y que se extendió por entre sus frailes no es sino precisamente su misma identidad, su espíritu centrado y volcado en Dios y en la predicación, identidad y misión, carisma y espíritu, que continúa en la Orden de Predicadores y en toda la Familia Dominicana que vive arrebatada por el perfume de Domingo, que no es sino el perfume del evangelio, de la misión de predicación de la Gracia de Jesucristo que es lo que quiere transmitir la misión dominicana.