El barrio de la calle Feria, tiene un especial predicamento en Sevilla y, ello es debido, a que siempre ha formado un eje norte-sur comercial en nuestra Ciudad. Según Santiago Montoto en su libro Las Calles de Sevilla: “es esta una de las calles más famosas de la ciudad, formada por varias que tuvieron diversos nombres en lo antiguo. La propiamente llamada Feria y Ancha de la Feria comprendida desde la Plaza de los Maldonados a la de Calderón. El nombre de feria proviene de que se celebraba en estos lugares, harto notable -según Morgado- de todas las mercaderías, que se hace todos los jueves en la plaza y alrededor de la Iglesia Parroquial de Omnium Sanctorum. Ortiz de Zúñiga dice de este clásico mercado: sin saberse cuando tuvo principio, permanece un mercado los jueves de cada semana, que vulgarmente llaman feria, en ciertas calles de la Parroquia de Omnium Sanctorum, en que se hace; en el cual sitio asimismo se hacían las ferias antiguas, como consta de privilegios del rey Don Sancho, que le da ya este nombre. Fama tenían los bravos de estos lugares y ello se reconoce en los Romances de Germania y en el Rufián Dichoso Cervantes.
En la historia de Sevilla es notable el motín llamado de la Feria y Pendón Verde, ocurrido por los años de 1521, porque los amotinados, en su mayoría gente avalentonada del barrio de la Feria, para llevar alguna insignia o bandera, sacaron de la inmediata Iglesia Parroquial de Omnium Sanctorum un estandarte verde cogido a los moros, que por trofeo estaba colgado de la Capilla de Jesús Nazareno.
El Caño Quebrado, sitio más que calle, comprendía desde la Plaza de Menjíbar a la de los Maldonados, y se llamo de los Laneros y de los Sayaleros. En ella vivió el famoso coplero Miguel del Cid y desde muy antiguo estuvieron establecidos en estos lugares los laneros y sayaleros, gremios a los cuales perteneció el cantaor de la Inmaculada.
En 1845 se acordó llamar del Caño Quebrado la de los Laneros y en 1869 se incorporo a la de la Feria. Se denominó del Caño Quebrado, según Matute, por los seguidores de agua que brotan en ella cuando hay inundaciones, y hay opiniones de que proceden del Prado de Santa Justa.
El trozo de calle enfrente a la Plaza de los Maldonados se llamo de Montesión por el Convento de este nombre. Así consta en el pago de empedrados de la calle de Montesión y Caño Quebrado.
El trayecto desde la Plaza de los Maldonados a la de Calderón, se conoció por el Pozo de los Hurones, Carpinteros de lo Prieto, Carpintería Vieja y Ancha de la Feria.
El gremio de los carpinteros estuvo en su mayor parte establecido en ella a principios del siglo XV.
La confluencia de las calles Correduría, Guadiana, Santa Rufina y Cruz Verde se llamo Plaza de la Cruz de Caravaca, por haber en este sitio una hermosa cruz de hierro, así nombrada.
El final de la calle se llamo de Linos, por estar establecidos en ellas los lineros, por eso se denomino también de la lencería, según documento de 20 de enero de 1477.
La Plaza de Calderón -donde terminaba la calle de la Feria- conmemora a un artista sevillano del siglo XVI, escultor, que trabajó entre otras obras conocidas en el Monumento de nuestra Catedral insigne. Quiso el Ayuntamiento de 1869 rendir un acuerdo a este artista y titulo la insignificante plaza de la Feria con su apellido.
Se llamó en lo antiguo Plaza de la Feria, por estar próxima a la famosa Feria, citada por Cervantes. En 1868 se denominó de Serrano, en memoria del célebre General, dueño un tiempo de los destinos de España”.
Asimismo, al referirse el mencionado Montoto a la Plaza de los Maldonados, que es a donde abre la Capilla de Montesión sus puertas, dice: “Esta plaza llamada en lo antiguo, con otras vías, el Caño Quebrado, se denominó en 1845 de los Maldonados, caballeros sevillanos que tuvieron su casa principal en este sitio, casa conocida en la época moderna por la del Conde de Águila, por haber vivido en ella este insigne patricio hispalense. Recayó esta casa en los condes de Águila, por ser el primer conde hijo de don Miguel de Espinosa Dávila y de doña Antonia Maldonado de Saavedra, heredero de la casa y mayorazgo de los Maldonados de Saavedra.
En el Padrón de pecheros de 1533 está nombrada del Caño Quebrado. También se llamo de los Trapos, por vivir en ella los traperos”.
En el año 1960, al celebrarse el cuarto centenario de la Hermandad, el Ayuntamiento rotuló con el nombre de Plaza de Monte-Sión a la que hasta ese momento había sido conocida como Plaza de los Maldonados, uniéndose de esta forma la Corporación Municipal a las efemérides que vivía la Hermandad.
En la actualidad la calle y el barrio de la Feria, siguen siendo de índole eminentemente comercial y dan prueba de ello el gran número de establecimientos que aún se conservan, compitiendo con los grandes centros comerciales establecidos en nuestra Ciudad.
En ella se encuentran, además de la Capilla y sede canónica de la Hermandad de la Sagrada Oración de Nuestro Señor Jesuscristo en el Huerto, Santísimo Cristo de la Salud y María Santísima del Rosario, “vulgo Monte-Sión, la Iglesia de San Juan Bautista, “vulgo de la Palma”, donde tiene su sede la Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Silencio en el Desprecio de Herodes, Nuestra Señora de la Amargura Coronada y San Juan Evangelista y la Iglesia Parroquial de Omnium Sanctorum, donde radican las Hermandades de Nuestra Señora de Todos los Santos; de las Áimas Benditas; del Santísimo Cristo de las Almas, María Santísima de Gracia y Amparo y San Francisco Javier y, la del Señor de la Paz y Nuestra Señora del Carmen Doloroso. Este es otro indicativo de la popularidad de la calle Feria, que también vio en sus orígenes y en la misma Parroquia de Omnium Sanctorum el nacimiento de las hermandades de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santa Cruz de Jerusalén y María Santísima de la Concepción y la de la Sagrada Cena, Santísimo Cristo de la Humildad y Paciencia y Nuestra Señora del Subterráneo.
En la calle de la Feria y en sus aledaños, han vivido y viven en la actualidad, artistas, literarios, escultores y orfebres, poetas y narradores, hidalgos y aristócratas, a los que sería muy prolijo detallar y que podríamos caer en olvidarnos de alguno de ellos que hubiese tenido especial relevancia en nuestra Cuidad. Todos, compartieron con el pueblo llano sus vidas en esta arteria fundamental en la Historia de Sevilla.