HOMILIA DE DESPEDIDA
En la mañana de hoy ha sido trasladada al taller de D. Pedro Manzano la imagen de la Santísima Virgen del Rosario para su restauración.
En la seguridad de que volverá pronto y resplandeciente, aprovechamos estas líneas para llevar a todos aquellos que no pudieron estar en la Santa Misa de despedida las palabras del Rvdo. Padre D. Pedro José Rodríguez Molina, Vicario Parroquial de San Pedro, a nuestra Amantísima Madre del Rosario.
“Homilía en la Santa Misa anterior a la retirada del culto de la venerada imagen de la Santísima Virgen del Rosario que la Pontificia, Real, Ilustre y Antigua Hermandad Dominica y Archicofradía de Nazarenos de la Sagrada Oración de Nuestro Señor Jesucristo en el Huerto, Santísimo Cristo de la Salud, María Santísima del Rosario en sus Misterios Dolorosos y Santo Domingo de Guzmán, dedica en honor y gloria de MARÍA SANTÍSIMA en su venerada imagen titular.
Capilla de Ntra. Sra. del Rosario del Antiguo Convento de Santa María de Monte-Sión
Sevilla, 5 de noviembre de 2015
Hermanas y hermanos:
Hoy celebramos con toda la Iglesia de Sevilla la festividad de Santa Ángela de la Cruz. Fiesta entrañable por lo que significa en el corazón devocional de esta ciudad el recuerdo de Madre Angelita y el cariño a sus hijas agrupadas en la Compañía de Hermanas de la Cruz.
Pero también esta tarde de jueves, jueves de Montesión, en esta Hermandad nos congregamos para despedir -desde la fe- la imagen de la Santísima Virgen del Rosario. Como sabemos, en breve será sometida a tareas de restauración para resaltar más -si cabe- su bello rostro, que es descanso y consuelo para todos los acuden a este Barrio de la Feria para mirarla con fervor.
De Santa Ángela de la Cruz, otro santo: Juan Pablo II, dijo hace hoy 33 años, que esta “humilde hija del pueblo, tan cercana a este ambiente por su origen y su obra” era “un tesoro común de todos los andaluces, por encima de cualquier división social, económica, política”. (*1)
En la primera lectura hemos oído las palabras del Profeta Isaías que invita a partir el pan con el hambriento, albergar al pobre, vestir al desnudo, y no volver el rostro ante el hermano, porque así “brillará tu luz en la oscuridad, y tus tinieblas se volverán mediodía”. Parecería que las palabras del Profeta se refieren directamente a Santa Ángela de la Cruz: cuando ejercita heroicamente la caridad con los necesitados de pan, de vestido, de amor; y cuando, como sucede hoy, las Hermanas de la Cruz en ese ejercicio heroico de la caridad hacen brillar su luz como testimonio admirable para todos nosotros.
Su secreto, la raíz de donde nacen sus ejemplares actos de amor, está expresado en las palabras del Evangelio que acabamos de escuchar: “El que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará”. Esta Santa tan sevillana se llamaba Ángela de la Cruz, como si quisiera decir que, según las palabras de Cristo, ha tomado su cruz para seguirlo.
Santa Ángela entendió perfectamente esta ciencia de la cruz, y la expuso a sus hijas que desean “verse crucificadas frente al Señor”, con “pobreza, desprendimiento y santa humildad”.
La Caridad que emana del Misterio de la Cruz es aquella caridad cantada por San Pablo en su primera Carta a los Corintios: “paciente, afable; no tiene envidia; no presume ni se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal… Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites”. Unidas al Misterio de Cristo, Santa Ángela y sus hijas realizan el testimonio del amor a los necesitados en sus Misterios de Dolor.
En esta Hermandad de Montesión, tendríamos que entender bien las dimensiones de estos Misterios de Dolor, pues los contemplamos junto a la Santísima Virgen del Rosario. Ya no sólo porque los rezamos desgranando avemarías al meditar la Sagrada Oración de Ntro. Sr. en el Huerto, la Flagelación atado a la Columna y su Coronación de Espinas, cómo carga con la Cruz y entrega la vida en Ella.
El Santo Rosario escoge estos Misterios de Dolor, como culmen de la revelación del amor y la fuente de nuestra Redención, y nos llevan a revivir la Pasión junto a María hasta la Cruz de la Salud y la Salvación.
María permanece al pie de la Cruz, no huyó ni se escondió ante la dificultad sino que permaneció al pie del tormento de su Hijo, como está junto a cualquier situación de dolor y sufrimiento. Ella acoge en su regazo maternal… a todos los que viven los Misterios Dolorosos que impone la vida.
La imagen de la Virgen Santísima se va, pero quedan sus Misterios Dolorosos que nosotros, en su ausencia, no podemos desatender si queremos imitarla.
Yo os propongo tres iniciativas para mantener presente la imagen de la María Santísima del Rosario durante el periodo en que su imagen no estará expuesta a la oración y veneración de aquellos que la busquen:
1) El primer gesto será para nosotros mismos. Os propongo que colguéis de vuestro cuello una medalla con la imagen de la Santísima Virgen, de modo visible y sin miedo a mostrarla. Como signo perceptible de vuestra devoción y símbolo de la presencia de la Madre de Monte-Sión; si no ya en su altar, sí en el pecho de sus hermanos y devotos.
2) El segundo gesto será para los demás. Pensad en que Misterio de Dolor pide de vuestra cercanía, como está cercana la Virgen del Rosario de cualquier cruz: sufrimiento, soledad, tristeza, injusticia, abandono… Procurad aliviarlo y ser como un bálsamo. Quizás solo baste una charla fraterna, una visita al hospital o residencia de ancianos, tomar un café, una palabra de ánimo, una llamada telefónica… cada uno sabe qué misterio doloroso tiene cerca y debe atender.
3) Y el tercer gesto será para nosotros mismos, para los demás y para la Hermandad de Montesión. Procurad rezar el Santo Rosario de vez en cuando (quizás los jueves aquí en la capilla) -o si podéis a diario-, porque además de un beneficio espiritual para quien lo reza, intercede por los demás y construye silenciosamente Hermandad. Pues la oración nos eleva, reza por los hermanos y nos une como hijos de María Santísima del Rosario.
Durante un tiempo, en esta capillita de Montesión faltará un rostro lleno de belleza y unción. Tranquilos, no pasa nada, que sólo se trata de una bella imagen de la Virgen del Rosario… pero tampoco es cualquier cosa, nada menos que de una imagen de la preciosa Madre de Dios.
La Sagrada Escritura reconoce a Dios como el “autor de la belleza” y describe la “hermosura de las criaturas” (Sab 13,3-5). El tema de la belleza es predominante en los Salmos y en el Cantar de los Cantares: “Toda hermosa eres…, en ti no hay mancha alguna” (Cant 4,7), que la liturgia utiliza para cantar a la Inmaculada Virgen María; aunque el Nuevo Testamento guarda silencio sobre la belleza de Ntro. Señor y de su Santa Madre.
Pero la Tradición cristiana ha tenido clarísimo que la hermosura procedente del mismo Dios se llamaba María. La belleza convenía a la Santísima Virgen en cuanto que “la misma belleza del cuerpo fue una imagen del alma” (*2). Toda la tradición Iconográfica occidental ha expresado con ricas variantes la belleza física de la Madre del Señor, sin embargo la iglesia de oriente ha ofrecido en sus iconos más bien su belleza mística; quizás porque nosotros hemos preferido subrayar el aspecto humano y natural, que nos la hace más cercana y accesible.
La hermosura de María Santísima es evidente, pues se identifica con la belleza absoluta del mismo Dios. Hasta los incrédulos y descreídos tienen que reconocer en el rostro puro y limpio de María una belleza intangible, incluso cuando no sean capaces de descubrirla como una imagen de fe, sino como solo un símbolo augusto y de un alcance simplemente humano.(*3) Pero la concentración en María de la virginidad y de la maternidad, de la gracia y de la gloria, aún en la concreción histórica de una vida sencilla y pobre, hacen de ella una síntesis sublime de todos los ideales más puros de la creación. (*4)
Algo así pensaba cuando, hace apenas dos semanas, el coro cantaba algunas estrofas del Akathistós durante la jura de hermanos en la Función Principal:
Salve, azucena de intacta belleza;
Salve, corona de noble firmeza.
Salve, la suerte futura revelas;
Salve, la angélica vida desvelas.
Salve, frutal exquisito que nutre a los fieles;
Salve, ramaje frondoso que a todos cobija.
Salve, llevaste en el seno quien guía al errante;
Salve, al mundo entregaste quien libra al esclavo.
Salve, plegaria ante el Juez verdadero;
Salve, perdón del que tuerce el sendero.
Salve, atavío que cubre al desnudo;
Salve, del hombre supremo deseo.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
La hermosura de María Santísima del Rosario, no es simplemente un accidente naturalista, sino que implica siempre el dato de la fe que le da significado.
Así la alabamos su esplendor porque “fue elegida por el mismo Esplendor”(*5), así la llamamos “toda hermosa y totalmente cercana a Dios” (*6), así buscamos a la “mujer vestida de sol, en la que los rayos purísimo de la belleza humana se encuentran con los sobrehumanos de la belleza sobrenatural”(*7), así todas las excelencias que cantemos de la Madre de Dios nos parecen pocas para poder describir la dulzura del rostro de la Niña de Montesión.
Que la María Santísima del Rosario, arte y hermosura del mismísimo Dios, nos proteja, nos mire con ternura e interceda por nosotros.”
*1: Cfr. JUAN PABLO II, Homilia en la Misa de Beatificacion de Sor ´ngela de la Cruz. Sevilla, 5-11-1982.
*2: SAN AMBROSIO, De Virginibus II, 2. PL 16, 220
*3: Cfr. H.U. VON BALTHASAR, Gloria I, 530
*4: Cf. S. DE FIORES, “Belleza”, en Nuevo Diccionario de Mariología, 295-299
*5: Cf. SAN AMBROSIO, o.c. 16
*6: Cf. SAN JUAN DAMASCENO, In nativ. B.V. Mariae PG 96,677
*7: PABLO VI, Discurso para la clausura del VII Congreso Mariológico Internacional, Roma 16-5-1975
Agradecemos tan amables palabras siempre, que denotan el amor y admiración hacia nuestra Bendita Madre, al Rvdo. Padre D. Pedro.